The latest Ridley Scott film has a strong and unceremonious beginning. We’re on the surface of the red planet with a crew of astronauts when a storm catches them by surprise. After Mark Watney (Matt Damon) gets hit by an antena and disappears in the storm. Not being able to establish communication, Melissa Lewis (Jessica Chastain) , believing Watney to be dead, unwillingly decides they should take off before thw whole crew is left stranded on Mars.
The British filmmaker gives no quarters, putting us right there in the moment, not knowing the characters, giving us an adrenaline kick before a solitary first act. We finally get a break when we discover Mark alive. However, he is injured and alone in Mars, unable to contact the rest or the crew or NASA. Mark, a botanist, will have to find a way to survive by rationing the supplies they had for 31 days and cultivate food on martian ground to survive six years, until the next mission to Mars. He will also have to find a way to communicate with us on Earth. When they discover the astronaut is still alive, we move on to a multiple point of view story shared between the stranded astronaut, the crew and NASA.
There is a marked contrast between how we live what is going on Mars and the rest of the storylines. Whilst the camera and the audience is an invisible and ominous observer of the NASA employees working to get Watney back to Earth and the crew returning to our planet, the approach is different for Watney’s storyline. Ridley Scott combines the ominous observer approach with a great use of GoPro cameras and webcams already equipped in the base camp. One of the main reasons is that Watney is alone and has no one to talk to, and there is a great deal of exposition to understand what is going on in his head, what ideas and decisions he is making and, of course, he offers us the guidance from the physical and botanical point of view. Mark Whatney intends to document what is going on in case he doesn’t survive, narrating and becoming our very own Bear Grylls. This execution probably serves the purpose of translating a first person narrator in Andy Weir’s book into film language. In some occasions we see how he delivers the whole speech and in others the dialogue becomes the vioceover of a montage where we see the character performing and carrying out his plans.
One of the most notable decisions of the filmmakers is the use of humor and sarcasm by the main character. The optimism and humor of the main character makes the film fresh and avoids the film becoming a grey or serious drama, someting that worked pretty well with “Buried” (Rodrigo Cortés, 2010). This wouldn’t normally enhance the dramatic conflict as the character takes things lightly and with such optimism, however they fund ways to subvert this feeling of us believing the main character will make it. What we probably do miss is the main character in the end of the second act, when NASA and their attempts to bring the astronaut back home have much more screen time than Watney at his worst: when time, lack of food and solitude have taken a mental and physical toll on him. Matt Damon and some good attention to detail on Riedley Scott’s behalf work very well when he does get the screen time.
In addition to Damon, Chiwetel Ejiofor, Jeff Daniels and Sean Bean also deliver some good performances, butit seems the talents of an actress like Jessica Chastain aren’t made the most of, opposite to another sci-fi like “Interstellar” (Christopher Nolan, 2014), which shares with “The Martian” two of the main characters and the fact that they are an ode to the scientific and inquisitve spirit. The latest Ridley Scott film is very welcome and one of the most interesting outings of the filmmaker since “The Counselor” (2013). Is it a film to watch? Definately. Like Total Reccall's Douglas Quaid would say: “Get your ass to Mars.”
Marte: Último superviviente
La última película de Ridley Scott empieza con fuerza y sin contemplaciones. Estamos sobre la superficie del planeta rojo con una tripulación de astronautas cuando una tormenta les sorprende y perdemos de vista a Mark Watney (Matt Damon) tras recibir el impacto de una antena. Con el astronauta incomunicado y con el tiempo -cronológico y climatológico- en contra, la comandante Melissa Lewis (Jessica Chastain) termina por tomar la decisión de despegar por el bien de la tripulación dejando atrás a Watney, al que cree muerto.
El director inglés no da tregua en los primeros minutos, sin apenas introducir a los personajes, dispara los niveles de adrenalina del espectador y lo atrapa para lo que va a ser un solitario primer acto. El primer suspiro llega cuando descubrimos a Watney con vida pero sólo en Marte, herido y sin forma de comunicarse con la NASA o sus compañeros. Mark, un botánico, debe ingeniárselas para racionalizar la comida de un mes y cultivar alimento en tierra marciana para sobrevivir seis años hasta la próxima expedición. También encontrará la forma de establecer contacto con la NASA, momento desde el cual se fracciona la focalización, para más tarde intervenir también la tripulación que vuelve a la tierra.
Hay un contraste de estilos muy marcado entre el relato que sigue al personaje de Matt Damon y los demás. Mientras que la cámara es un mero observador invisible para los empleados de la NASA y la tripulación que comanda el personaje de Jessica Chastain, ocurre algo ligeramente distinto con lo que se nos cuenta desde Marte. Ridley Scott se apoya en las pequeñas cámaras deportivas -tipo GoPro o webcam- que tienen en el campamento base. Uno de los motivos es que el personaje no tiene con quien interactuar y hay mucha exposición, debido a que el espectador quiere y debe entender que decisiones toma y que el astronauta le guíe en términos físicos y botánicos de supervivencia. Mark Watney, dejando un documento de los hechos, se convierte en nuestro Bear Grylls particular y narra e interpela al espectador, sirviendo como una conversión al lenguaje audiovisual de su narración en primera persona en el libro de mismo nombre de Andy Weir. En ocasiones vemos cómo nos hace llegar el discurso íntegro y en otros su voz se convierte en el voiceover de una secuencia de montaje donde vemos cómo ejecuta esas ideas.
Uno de las decisiones más destacadas es el empleo del humor y del sarcasmo por parte del protagonista en esta situación. Esta decisión provoca que la película resulte fresca y no se convierta en un dramón, algo que también hizo con éxito Buried (Rodrigo Cortés, 2010). Aunque esto podría reducir el conflicto dramático y hacer que confiemos totalmente en que Watney se las apañara, ya se encargan de ir invirtiendo las expectativas para que lo pasemos mal. Lo que sí que se echa en falta es al personaje de Matt Damon en la parte final de la película, donde se focaliza la atención en los esfuerzos, problemas y planes de la NASA. En la parte final, donde el tiempo, la escasez y soledad del personaje le han afectado más, se deja de lado ligeramente al personaje cuando más cambiado y afectado está. Aún así, Matt Damon y una buena atención al detalle por parte de Ridley Scott hacen que funcione cuando sí que lo vemos.
Además de Damon, muy acertados están los terrícolas Chiwetel Ejiofor, Jeff Daniels o Sean Bean, pero quizás se echa en falta que se hubiera sacado más partido a una actriz de la talla de Jessica Chastain, como hicieran en una película de ciencia ficción que escoge otros derroteros como es Interstellar (Christopher Nolan, 2014), pero donde ambas comparten a dos de sus protagonistas y tienen en común el ser una oda al espíritu científico e inquisitivo. La última película de Ridley Scott se agradece y resulta de lo más interesante del director en los últimos años desde El consejero (2013). ¿Recomendable? Sí. Como diría el protagonista de Desafío total, Douglas Quaid: “Mueve tu culo hasta Marte”.